La boda de Marta López con Alejandro Huerta, celebrada el 27 de junio en el Mirador de Cuatro Vientos, en Madrid, estuvo marcada por un inesperado momento de tensión: la aparición de su exdecorador, Juan Carlos, quien se presentó en la puerta del recinto para reclamar una supuesta deuda de 700 euros por trabajos realizados en el pasado.
Vestido de forma llamativa, con una chaqueta de lentejuelas, una pajarita y un maletín simbólico, el estilista protagonizó una protesta silenciosa pero muy visible, portando incluso un ramo de flores artificiales que, según sus propias palabras, eran “tan falsas como ella”. Su intención, según declaró, no era sólo reclamar el dinero, sino defender su dignidad profesional, asegurando que Marta le había elogiado como su decorador favorito entre varios candidatos.
El incidente ocurrió pocas horas antes de la ceremonia, en un ambiente ya cargado de nervios por el retraso del vestido de la novia y la presión mediática en torno a la exclusiva del enlace. Aunque el equipo de organización intentó manejar la situación con discreción, la protesta no pasó desapercibida entre los más de 400 invitados, muchos de ellos rostros conocidos del mundo televisivo.
La aparición del decorador añadió una nota de controversia a una jornada que, pese a todo, Marta López esperaba que estuviera centrada únicamente en la celebración del amor. El gesto de Juan Carlos ha reabierto el debate sobre los conflictos entre figuras públicas y sus colaboradores, especialmente cuando se mezclan compromisos personales y profesionales.
