El arancel de Trump pone en jaque a Apple: el coste de producción de un iPhone sube 300 dólares

Donald Trump vuelve a ser protagonista en el escenario del comercio internacional con una decisión que ha reavivado las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. El presidente ha impuesto un arancel del 104% a todos los productos importados desde el gigante asiático, una medida que afecta principalmente a las empresas que dependen de la fabricación en China. Aunque el objetivo declarado de esta política es proteger la economía de Estados Unidos y recuperar el control sobre la fabricación tecnológica, sus consecuencias no se han hecho esperar y han sido devastadoras para algunas de las compañías más grandes del mundo, como Apple.

La empresa de Cupertino, famosa por sus innovadores dispositivos electrónicos, es la más afectada por esta nueva política arancelaria. Apple, que fabrica una gran parte de sus productos en China, se ha visto obligada a enfrentar un aumento significativo en los costos de producción. En concreto, el precio de fabricación de un iPhone ha subido más de 300 dólares debido a los nuevos aranceles, lo que pone en riesgo la estrategia de precios y la rentabilidad de la compañía.

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Este movimiento de Trump reabre un conflicto que parecía haber quedado atrás desde 2020, pero con un impacto mucho más directo y urgente debido a las circunstancias económicas actuales. El mundo tecnológico ha cambiado considerablemente en los últimos años: las cadenas de suministro son más globales y entrelazadas, y la presión para reducir costes es cada vez mayor en un contexto de inflación.

Apple, que ya había tenido que enfrentarse a varios desafíos logísticos, se encuentra ahora en una situación crítica, obligada a adaptar sus estrategias con rapidez para no perder terreno en el mercado.

El impacto de esta medida no se limita a la compañía californiana. Los proveedores clave en Asia también se han visto afectados por el aumento de los aranceles, lo que ha provocado caídas bursátiles históricas y una reevaluación de las estrategias comerciales a nivel global. Los consumidores, por su parte, han comenzado a anticipar el aumento de precios de productos tecnológicos, lo que ha generado un aumento en las compras en las tiendas, especialmente en Estados Unidos, donde las escenas de compras masivas han sido comparadas con las de la temporada navideña.

El impacto más inmediato de estos aranceles se ha reflejado en la caída del valor bursátil de Apple. Tras el anuncio de los nuevos aranceles, la compañía perdió el primer puesto como la empresa más valiosa del mundo, siendo superada por Microsoft, cuya capitalización alcanzó los 2,63 billones de dólares, frente a los 2,59 billones de Apple. La caída de un 5% en el valor de las acciones de Apple en cuestión de horas supuso una pérdida de más de 300.000 millones de dólares en su capitalización bursátil.

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La nueva ofensiva arancelaria también ha tenido un impacto directo en el precio de los productos de Apple. Según estimaciones, el coste de producción del iPhone 16 Pro Max ha subido de 550 dólares a 850 dólares debido a los aranceles, lo que podría traducirse en un aumento de hasta el 43% en el precio final para los consumidores. Si Apple decide trasladar este sobrecoste al precio de venta, los modelos más caros, como el iPhone 16 Pro Max con 1 terabyte de almacenamiento, podrían superar los 2.300 dólares en el mercado estadounidense, lo que se traduce en un precio superior a los 2.000 euros en Europa.

Ante la inminente aplicación de los nuevos aranceles, Apple ha recurrido a soluciones de emergencia. La compañía fletó cinco aviones para trasladar iPhones fabricados en India a Estados Unidos, con el objetivo de garantizar suficiente inventario antes de que entraran en vigor los nuevos aranceles. Sin embargo, esta solución es temporal y costosa, y aunque Apple ha diversificado su producción hacia países como India y Vietnam, estos también se han visto afectados por nuevos aranceles, lo que limita la capacidad de la empresa para evitar el impacto económico.

El debate sobre la posibilidad de que Apple traslade su producción a Estados Unidos ha resurgido nuevamente, aunque este escenario parece poco probable a corto plazo. Los fundadores y directivos de Apple han explicado en varias ocasiones que, aunque los costos laborales en China sean más bajos, lo que realmente hace que la fabricación en el país asiático sea atractiva es la capacidad técnica y la concentración de talento en manufactura avanzada. Según Tim Cook, CEO de Apple, los recursos humanos y la infraestructura en Estados Unidos no podrían replicar el nivel de especialización y eficiencia que ofrece China en la actualidad.

La nueva medida arancelaria de Trump ha alterado no solo el comercio internacional, sino también el panorama tecnológico global. Las decisiones políticas tomadas en Washington están marcando el futuro inmediato de empresas como Apple, que se enfrenta a un entorno cada vez más incierto.