Felipe VI y Letizia honran a los españoles deportados en Mauthausen en el 80º aniversario de su liberación

Ocho décadas después de la liberación del campo de concentración de Mauthausen, los ecos del horror siguen resonando con fuerza en la memoria europea. Este domingo, los Reyes de España, Felipe VI y doña Letizia, encabezaron un emotivo acto de homenaje a los más de 7.000 españoles deportados al complejo nazi, en el que al […]

Ocho décadas después de la liberación del campo de concentración de Mauthausen, los ecos del horror siguen resonando con fuerza en la memoria europea. Este domingo, los Reyes de España, Felipe VI y doña Letizia, encabezaron un emotivo acto de homenaje a los más de 7.000 españoles deportados al complejo nazi, en el que al menos 5.000 perdieron la vida. El acto, organizado por el Comité Mauthausen Austria, supuso un símbolo de reconocimiento y reparación para las familias de las víctimas, muchas de las cuales han esperado generaciones para ver su sufrimiento reconocido a nivel institucional.

La delegación española, en la que también estuvieron presentes el ministro de Derechos Sociales, Pablo Bustinduy, y el secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, participó en la ceremonia internacional junto a representantes de otros países que también honraban a sus nacionales asesinados en el campo. Los Reyes asistieron al desfile conmemorativo y realizaron una ofrenda floral en nombre de España. El silencio que acompañó el momento fue más elocuente que cualquier discurso.

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Uno de los instantes más humanos de la jornada se produjo cuando la reina Letizia abrazó a Dolors, hija de Josep Pont, uno de los tantos republicanos que, tras luchar contra el franquismo, fueron capturados por los nazis y exterminados. El gesto, espontáneo y sincero, simbolizó el vínculo que aún une a los descendientes de los represaliados con una historia que no puede, ni debe, olvidarse.

Los Reyes ya habían mostrado su compromiso con la memoria histórica al asistir a ceremonias similares en Auschwitz y Jerusalén. Su presencia en Mauthausen refuerza ese compromiso, situando a España en un espacio de memoria compartida con otras naciones europeas. Un paso más en la construcción de un relato común sobre el siglo XX y sus tragedias.

Durante el acto, el ministro Bustinduy pidió perdón en nombre del Estado español por el prolongado silencio institucional que siguió al fin del nazismo. Reconoció a los republicanos españoles deportados como «héroes antifascistas» y subrayó la importancia de combatir los discursos que banalizan la violencia y el odio. En su intervención, recordó que muchas víctimas siguen desaparecidas en fosas comunes o cunetas, y que aún queda mucho por hacer en términos de justicia y reparación.

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Mauthausen fue uno de los campos más crueles del sistema concentracionario nazi, utilizado especialmente para reclusos políticos. Los prisioneros españoles fueron identificados con un triángulo azul invertido, símbolo de los apátridas, ya que el régimen franquista nunca intercedió por ellos. Aquella desprotección institucional se tradujo en años de sufrimiento silencioso que aún hoy se intenta sanar.

El homenaje no solo sirvió para recordar a quienes murieron, sino también para alertar sobre los peligros del olvido. “Recordar no es solo un acto de justicia, es una defensa activa de la democracia”, afirmó Bustinduy. Frente al auge de ideologías autoritarias en Europa y el mundo, el ministro insistió en que recordar el pasado es una herramienta de prevención política.