Tony Isbert, una de las figuras más emblemáticas del cine y el teatro español, ha fallecido a los 74 años en su residencia de Santander. Su partida deja un vacío difícil de llenar en el panorama cultural, no solo por su propia trayectoria, sino también por el peso de su apellido dentro de la historia del espectáculo en España. Hijo de la inolvidable actriz María Isbert y nieto del legendario Pepe Isbert, Tony llevó con orgullo el legado familiar y supo labrarse un nombre propio en la industria del cine y la escena teatral.
La noticia de su fallecimiento ha conmocionado a sus compañeros de profesión y seguidores, quienes han expresado su pesar a través de mensajes de homenaje. La entidad de gestión de derechos de propiedad intelectual AISGE ha compartido una imagen del actor junto a su madre y la también desaparecida Pilar Bardem, recordándolo como una figura irrepetible. Desde la Asociación Nacional de Amigos de los Teatros Históricos de España (AMIThE) han lamentado la pérdida «inesperada» del actor, quien hasta el último momento mantuvo su vinculación con el mundo del teatro. De hecho, Isbert tenía previsto viajar a Albacete en abril para asistir a la XXVI Gala AMIThE y participar en la entrega de los premios nacionales e internacionales de teatro.

La vida de Tony Isbert estuvo marcada por su amor por la interpretación. Desde sus primeros pasos en la industria en los años sesenta, su rostro se convirtió en un habitual del cine español. Entre sus papeles más recordados, destaca su participación en la obra teatral «Doce hombres sin piedad», donde demostró su versatilidad y carisma sobre las tablas. En la gran pantalla, compartió protagonismo con grandes figuras de la época, como Pepa Flores, conocida como Marisol, con quien actuó en «Carola de día o de noche». También trabajó con Ana Belén en «Romeo y Julieta» dentro del icónico programa «Estudio 1» de RTVE.
El nombre de Isbert siempre estuvo ligado a la defensa y promoción del teatro, una causa que abrazó con pasión. Uno de sus mayores logros fue la entrega del Premio Pepe Isbert a Ana Belén, una distinción creada con el propósito de reivindicar la memoria de su abuelo y luchar por la reapertura del histórico Teatro Circo de Albacete. Su relación con esta ciudad y su compromiso con la cultura fueron constantes a lo largo de su vida. Por este motivo, diversas instituciones han comenzado a realizar gestiones para que sus restos mortales sean velados en espacios emblemáticos como el Teatro Circo, la Filmoteca o su localidad familiar en Tarazona de la Mancha.

Las reacciones ante su fallecimiento no han tardado en llegar. El Ayuntamiento de Albacete ha expresado su tristeza por la pérdida de un actor «imprescindible» dentro del teatro y el cine español, resaltando su pasión y dedicación a las artes. «Su partida nos deja una profunda tristeza, pero también un legado imborrable», han manifestado. Por su parte, la Diputación de Albacete ha resaltado la importancia de la estirpe Isbert en la historia del espectáculo, asegurando que «su apellido ha sido, es y será sinónimo de arte y reconocimiento».
Más allá de los homenajes institucionales, Tony Isbert deja un recuerdo imborrable en quienes compartieron escenario y set con él. Su manera de vivir la interpretación, su carácter afable y su inconfundible sonrisa lo convirtieron en una figura querida por sus colegas. Su trayectoria es testimonio de una carrera entregada al arte y a la preservación de la memoria teatral española.

La propuesta de AMIThE de dedicarle un camerino en el Teatro Circo de Albacete como homenaje permanente es un reflejo del impacto que tuvo su figura en la escena nacional. La memoria de Tony Isbert permanecerá viva en cada representación, en cada función y en cada aplauso que resuene en los teatros que tanto amó. Su legado no solo se mantiene en su filmografía y en las tablas que pisó, sino también en la pasión con la que defendió la cultura y el arte en España.