El músico extremeño deja un legado irrepetible de poesía urbana y rebeldía que marcó a varias generaciones.

El mundo de la música ha recibido un golpe inesperado: Robe Iniesta, fundador y voz de Extremoduro, ha fallecido este miércoles a los 63 años. La noticia fue confirmada por su agencia de comunicación y por el sello Dromedario Records, que en un comunicado lo definió como “el último gran filósofo y humanista contemporáneo de lengua hispana”.
El artista llevaba un año retirado de los escenarios tras ser diagnosticado de un tromboembolismo pulmonar, dolencia que le obligó a cancelar los últimos conciertos de su gira Ni santos ni inocentes en Madrid.
Un pionero del rock transgresivo
Nacido en Plasencia (Cáceres) en 1962, Robe fundó Extremoduro en 1987, financiando su primera maqueta Rock transgresivo con papeletas vendidas entre amigos. Desde aquellos comienzos humildes, la banda se convirtió en un fenómeno cultural que transformó el panorama musical español.
Con discos como Deltoya (1992), Agila (1996) o La ley innata (2008), Robe llevó el rock urbano a un territorio literario, mezclando crudeza callejera con metáforas poéticas y reflexiones filosóficas.
Carrera en solitario y reconocimientos
Tras la disolución de Extremoduro en 2019, Robe continuó su carrera en solitario con trabajos como Mayéutica (2021) y Se nos lleva el aire (2023), explorando sonidos más íntimos sin perder su sello personal.
En 2024 recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, reconocimiento a su aportación cultural y artística. Además, fue nombrado Hijo Predilecto de Plasencia y dio nombre a una avenida y a locales de ensayo en su ciudad natal.
Reacciones y legado
La noticia de su muerte ha provocado una avalancha de mensajes en redes sociales, donde músicos, escritores y seguidores han recordado su figura como poeta autodidacta, narrador del desgarro y la esperanza, y referente de honestidad artística.
Su obra, marcada por la visceralidad y la búsqueda de la verdad, seguirá viva en canciones que se han convertido en himnos generacionales. Como señaló su discográfica: “El público le dio la vida y él se la dio a ellos”.
La muerte de Robe Iniesta supone la pérdida de uno de los grandes nombres del rock en español, un artista que desde los márgenes construyó un universo propio y que logró trascender lo musical para convertirse en símbolo cultural. Su legado, vasto y terco, seguirá respirando allí donde alguien necesite una verdad cantada a quemarropa.