La investidura de Norman Foster como Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Madrid no sólo fue un homenaje a uno de los arquitectos más influyentes del siglo XXI, sino también una oportunidad para redescubrir la figura de Elena Ochoa, psicóloga clínica, editora y comisaria de arte, que acompañó al homenajeado con un estilismo que conjugó elegancia, discreción y coherencia intelectual. Más allá de su papel como compañera del homenajeado, su estilismo se convirtió en una declaración estética que reflejó su personalidad y su vínculo con el mundo del arte y la arquitectura.

Un traje de cuadros con vocación escultórica
Elena Ochoa lució un traje pantalón de cuadros en tonos verdes, con pantalón de pernera muy ancha y americana cruzada, en una silueta que evocaba la geometría estructural propia del universo Foster. El tejido, de textura cálida y patrón sobrio, aportaba profundidad visual sin estridencias, y conectaba con una estética intelectual y funcional.
Complementó el conjunto con una bufanda en tonos morado y verde, que añadía contraste cromático y reforzaba el carácter otoñal del look. La elección de este accesorio no solo respondía a la climatología madrileña, sino que aportaba un guiño artístico, casi pictórico, al conjunto.

Accesorios con presencia: gafas y collar escultórico
Uno de los elementos más comentados del estilismo fue el uso de gafas de sol grandes, de montura negra, que aportaban misterio y sofisticación. Pero el verdadero protagonista fue el collar de perlas gigantes en tonos plata y dorado, una pieza de inspiración escultórica que funcionaba como eje visual del look. El collar, con cuentas metálicas de gran tamaño, evocaba tanto la joyería contemporánea como el diseño industrial, en clara sintonía con el legado arquitectónico de Foster.
Una estética coherente con su trayectoria
Elena Ochoa, fundadora de Ivorypress y figura clave en el diálogo entre arte, ciencia y arquitectura, ha construido una imagen pública marcada por la sobriedad, la coherencia y el pensamiento visual. Su look en la UAM fue fiel a esa narrativa: una estética que no busca protagonismo, sino significado, que se expresa desde la forma y el detalle, y que acompaña sin eclipsar.

En un acto que celebraba la arquitectura como humanismo y visión de futuro, Elena Ochoa encarnó —desde la moda— esa misma idea: vestir el pensamiento, proyectar contenido, habitar la elegancia. Su estilismo fue una extensión de su discurso vital, y su presencia junto a Norman Foster, una imagen de complicidad intelectual y estética compartida.