Cada 25 de octubre, el mundo celebra el Día Mundial de la Pasta, una efeméride que rinde homenaje a uno de los alimentos más populares, versátiles y transversales de la gastronomía global. La fecha fue instituida en 1995 durante el primer Congreso Mundial de la Pasta celebrado en Roma, con el objetivo de destacar su valor cultural, nutricional y simbólico en distintas tradiciones culinarias.

Aunque comúnmente se asocia la pasta con Italia, sus orígenes son mucho más antiguos y diversos. En China, se han encontrado vestigios de fideos elaborados hace más de 4.000 años, mientras que en la antigua Roma ya se preparaban masas planas como la lagana, considerada precursora de la lasaña. Fue en Italia donde la pasta adquirió su forma moderna y se convirtió en un emblema nacional, con técnicas perfeccionadas y recetas regionalizadas que dieron lugar a una riqueza gastronómica sin igual.
Actualmente, existen más de 600 tipos de pasta reconocidos, diseñadas para combinar mejor con cada tipo de salsa y clasificados según su forma (larga, corta, rellena), textura (fresca o seca) y composición (con o sin huevo, con trigo duro, integral, sin gluten o vegetal). Algunas de las variedades más conocidas incluyen los spaghetti, macarrones, fettuccine, raviolis, tortellini, orecchiette y tagliatelle, cada uno con una salsa ideal según su estructura y porosidad.
Entre los platos más emblemáticos que se destacan en esta jornada figuran el tagliatelle al ragù alla bolognese, la carbonara romana con guanciale y pecorino, la lasagne alla bolognese, el cacio e pepe y el pappardelle al cinghiale, típico de la Toscana. También se celebran versiones internacionales como el mac and cheese estadounidense, los sorrentinos argentinos o los ramen japoneses, que reinterpretan el concepto de pasta desde sus propias tradiciones.

La pasta no sólo es un símbolo de identidad culinaria, sino también un alimento sostenible y accesible. Su producción requiere menos recursos que otros productos de origen animal, y su larga vida útil la convierte en una opción práctica para millones de hogares. En Italia, el consumo per cápita supera los 23 kilos al año, y cada vez más productores apuestan por métodos responsables y respetuosos con el medio ambiente.
Una curiosidad destacada es que la pasta fue considerada durante el Renacimiento como un símbolo de elegancia y expresión artística, y con la llegada de las comunidades italianas a América en el siglo XIX, su consumo se globalizó. Hoy, la pasta se adapta a todo tipo de dietas, desde opciones veganas hasta versiones sin gluten, y sigue siendo protagonista en la alta cocina y en la mesa cotidiana.
En ciudades como Madrid, Palma o A Coruña, restaurantes especializados celebran esta fecha con menús especiales, platos gratuitos o reinterpretaciones creativas. El Día Mundial de la Pasta celebra, además de un alimento, una tradición que ha evolucionado sin perder su esencia. Ya sea en una receta casera, en un restaurante de autor o en una comida rápida, la pasta sigue siendo un puente entre culturas, generaciones y estilos de vida.

Otras curiosidades sobre la pasta:
Marco Polo no la trajo de China
El mito de que Marco Polo introdujo la pasta en Italia tras su viaje a Asia proviene de una adaptación literaria de Los viajes de Marco Polo del siglo XIX. En realidad, existen registros de producción y consumo de pasta en Sicilia en el siglo XII, especialmente en comunidades árabes asentadas en la isla.
La primera receta documentada se llamaba “makaria”
Los griegos en Neápolis (actual Nápoles) preparaban una pasta de harina de cebada y agua que dejaban secar al sol. Aunque no era exactamente “pasta” en el sentido moderno (no tenía huevo ni técnicas de laminado), este plato ancestral se considera uno de los primeros registros de pasta en Europa.
Se fabricaba con los pies
Durante la Edad Media y el Renacimiento, la pasta se elaboraba de forma artesanal y la trituración del cereal se hacía pisando la masa, especialmente en el sur de Italia. Esta práctica se abandonó con la llegada de máquinas amasadoras en el siglo XIX.
Es el plato más popular del mundo
Según un estudio de Oxfam sobre hábitos alimentarios globales, la pasta supera en popularidad a la pizza, el arroz y la carne. Su versatilidad, accesibilidad y capacidad de adaptación cultural la convierten en un alimento universal. Aunque los datos puedan variar con el tiempo, sigue siendo una de las comidas más consumidas y reconocidas del planeta.
Cocinarla “al dente” tiene beneficios
La pasta cocida al dente se digiere más lentamente, lo que ayuda a mantener la saciedad y estabilizar los niveles de glucosa. Además, conserva mejor su textura y sabor.
Es rica en triptófano
La pasta integral contiene triptófano, un aminoácido que favorece la producción de serotonina, el neurotransmisor del bienestar. No es la fuente más alta (la avena o el plátano contienen más), pero sí contribuye al bienestar dentro de una dieta equilibrada. Por eso se considera una auténtica “comfort food”.
Tiene bajo impacto ambiental
Al ser de origen vegetal, la pasta requiere menos agua, tierra y energía para producirse que los alimentos de origen animal. Es una opción sostenible y eficiente para millones de hogares.