En el número 49 de la calle Don Ramón de la Cruz, en pleno Barrio de Salamanca, se esconde un rincón que huele a carbón, a historia y a mar. Toritama Yakitori no es una moda ni una adaptación occidental: es la llegada a Madrid del auténtico robatayaki japonés, una tradición milenaria nacida en las costas de Hokkaido que hoy, por primera vez, prende su fuego en España.

Un ritual que nació junto al mar
Cuenta la historia que los pescadores del norte de Japón cocinaban el pescado recién capturado clavándolo en la arena, alrededor de las brasas, para aprovechar el calor mientras esperaban la siguiente marea. Así nació la robata —炉端, “junto al fuego”—, una técnica pausada y precisa que mantiene intacta la esencia del producto y envuelve cada bocado en un delicado aroma a humo y madera. En Toritama Yakitori, esa costumbre ancestral revive sin artificios: el comensal se sienta frente a una cocina abierta y observa cómo el fuego hace su trabajo con la calma y el respeto de otro tiempo.
El alma del yakitori
El corazón de la experiencia está en el yakitori (焼き鳥), literalmente “pájaro a la parrilla”. Es el plato de las tabernas japonesas, el símbolo de los izakaya, donde las conversaciones se alargan entre el aroma del carbón y los destellos del fuego. En Toritama Yakitori, el yakitori se prepara al modo más puro: pequeños cortes de pollo y otras carnes asadas lentamente, sin prisas, hasta alcanzar una textura tierna y un sabor que se clava en la memoria.

Brochetas que cuentan historias
Cada brocheta tiene su carácter. El contramuslo de pollo llega jugoso, con ese punto de grasa que amplifica el sabor. El crujiente de pollo conquista por textura, mientras que la molleja sorprende incluso a quienes se acercan con escepticismo. La lengua de angus es una joya: firme, sabrosa, con una intensidad que pide un sorbo de sake entre bocado y bocado. Y si hay una que concentra toda la tradición yakitori, esa es el palito de pollo con yema de huevo, donde la sencillez se convierte en arte.
Entre las casi cuarenta propuestas que conforman la carta —a precios entre 2 y 3,5 euros por brocheta— también destaca la combinación de setas envueltas en ternera, un guiño vegetal que equilibra el conjunto. La idea es sencilla: probar, compartir, descubrir. Dejar que los camareros orienten la ruta, porque aquí la carta no se lee, se vive.

El cabracho que mira al fuego
Pero si hay un plato que encarna la filosofía de Toritama Yakitori, ese es el cabracho entero en robatayaki. No es un plato para las prisas: la pieza se cocina lentamente alrededor de las brasas, conservando su jugosidad natural y adquiriendo un perfume ahumado que seduce desde el primer momento. La tradición japonesa invita a comerlo con las manos, separando la carne con cuidado, casi como un gesto ritual. Es un homenaje al origen marino de la robata, y también una muestra del respeto por el producto que define al restaurante.
Más allá del fuego
Toritama Yakitori no se limita al carbón. En su carta hay espacio para clásicos del recetario japonés como el oden, un guiso reconfortante que se cocina durante horas en caldo dashi. En él flotan ingredientes que absorben el sabor umami hasta alcanzar una armonía perfecta. Es uno de esos platos que reconcilian con la sencillez: nada sobra, nada falta.

Japón en el corazón de Madrid
Entrar en Toritama Yakitori es como abrir una puerta a Tokio. La barra de cocina abierta reproduce el ambiente de los izakaya tradicionales, donde el fuego, la conversación y el sonido de las brasas crean un paisaje sensorial único. No hay artificio: solo madera, carbón y precisión. El servicio, atento y cercano, guía al cliente por la experiencia sin solemnidad, explicando cada preparación y revelando los pequeños secretos del yakitori.
Un viaje gastronómico accesible
Con un precio medio de unos 20 euros por persona, Toritama Yakitori ofrece una relación calidad-precio difícil de igualar. Lo ideal es acudir en grupo, pedir varias brochetas y platos para compartir, y dejar que la cena se alargue entre sorbos de sake o cerveza japonesa. La robata se convierte así en una excusa para conversar, reír y disfrutar sin pretensiones.

Tradición viva
En un Madrid lleno de restaurantes de fusión y tendencias pasajeras, Toritama Yakitori destaca por lo contrario: su fidelidad a la tradición. No busca reinterpretar Japón, sino traerlo tal cual, con su fuego, su pausa y su respeto por el producto. Cada brocheta, cada plato, es un gesto de autenticidad.
El calor del carbón, la calma del Japón
Toritama Yakitori no es un lugar más: es una experiencia que devuelve a la mesa el valor del tiempo, del fuego y del silencio. Un rincón donde el humo cuenta historias y donde cada bocado es una invitación a viajar sin moverse de Madrid.
