a monarquía belga vuelve a estar en el centro de la atención internacional tras una decisión histórica: el rey Felipe de Bélgica ha firmado un decreto real que concede el título de príncipe a Clément Vandenkerckhove, hijo no reconocido durante 25 años por su hermano menor, el príncipe Lorenzo. La decisión, que marca un precedente en la historia reciente de las monarquías europeas, ha sido recibida con sorpresa y atención por parte de la prensa internacional.

Clément, nacido en el año 2000, es fruto de una relación entre el príncipe Lorenzo y la cantante belga Wendy Van Wanten, cuyo nombre real es Iris Vandenkerckhove. Durante más de dos décadas, el joven vivió alejado del entorno real, sin reconocimiento oficial por parte de su padre ni vínculo institucional con la familia real. Sin embargo, el pasado 9 de septiembre, Lorenzo formalizó el reconocimiento de paternidad, abriendo la puerta a una regularización histórica.
El decreto firmado por el rey Felipe permitirá a Clément usar el apellido Van Saksen-Coburg (Sajonia-Coburgo), recibir el tratamiento de Su Alteza Real y ostentar el título de Príncipe de Bélgica. No obstante, el joven no será incluido en la línea de sucesión al trono, ni recibirá asignación económica estatal, ni formará parte de la Casa Real oficial, lo que delimita claramente su papel institucional.
Este gesto recuerda inevitablemente el caso de Delphine Boël, hija extramatrimonial del rey Alberto II, quien tras una larga batalla judicial fue reconocida como princesa en 2020. A diferencia de aquel proceso, que implicó años de litigios y presión mediática, el reconocimiento de Clément se ha dado de forma voluntaria, rápida y sin conflicto público, lo que algunos analistas interpretan como una estrategia de modernización silenciosa dentro de la monarquía belga.
El anuncio coincide con el estreno de un documental en el canal VTM, donde Clément comparte su historia personal, sus emociones tras el reconocimiento y su deseo de “vivir una vida normal, sin privilegios, pero con verdad”. En el programa, el joven aparece junto a su madre y reflexiona sobre el impacto emocional de haber crecido en la sombra de una identidad no reconocida.
La figura del príncipe Lorenzo, conocido por su carácter excéntrico y sus polémicas públicas, vuelve así al foco mediático, aunque esta vez desde una perspectiva más íntima y reparadora. Su decisión de reconocer a Clément públicamente ha sido interpretada como un gesto de madurez y responsabilidad, que podría contribuir a mejorar su imagen institucional.
En Bélgica, la noticia ha generado reacciones divididas. Mientras algunos sectores celebran el gesto como un acto de justicia y transparencia, otros cuestionan el uso del título real en un contexto extramatrimonial. Sin embargo, el tono oficial ha sido claro: se trata de un reconocimiento simbólico, sin implicaciones sucesorias ni presupuestarias.