El fallecimiento de Gene Hackman y su esposa Betsy Arakawa en febrero de 2025 fue, en un primer momento, una noticia triste marcada por el luto hacia uno de los grandes del cine. Sin embargo, el paso del tiempo y la investigación posterior han desvelado una realidad mucho más inquietante: la pareja vivía rodeada de condiciones insalubres que, según apuntan las autoridades sanitarias, pudieron haber influido directamente en la muerte de Arakawa.
Lejos de los focos desde hacía años, Hackman y Arakawa llevaban una vida discreta en su residencia de Santa Fe, Nuevo México. El hallazgo de sus cuerpos, días después de su muerte y en avanzado estado de descomposición, ya sembró dudas en las autoridades, que consideraron necesario abrir una investigación por la naturaleza inusual del caso. Aunque el actor falleció a causa de problemas cardíacos y del alzhéimer que padecía, la muerte de su esposa fue más inesperada: los análisis confirmaron que murió por complicaciones derivadas del hantavirus, una infección poco común en humanos, pero frecuente en entornos con presencia de roedores.

El detonante de la alarma sanitaria fue un informe publicado semanas después por el Departamento de Salud Pública de Nuevo México. En este documento se detalla que, durante las inspecciones realizadas en la finca del matrimonio, se localizaron restos de ratas muertas, nidos activos y una gran cantidad de excrementos en varios edificios auxiliares del terreno. En total, se encontraron signos claros de infestación en ocho estructuras distintas, entre ellas garajes, cobertizos y casas secundarias. La presencia de trampas para roedores sugiere que los Hackman eran conscientes del problema, al menos en parte.
Lo más desconcertante del caso es que, a pesar de que el interior de la vivienda principal se encontraba limpio y libre de signos de infestación, Betsy pudo haber contraído el virus por exposición prolongada en alguna de las construcciones exteriores. Su agenda en los días previos muestra una rutina aparentemente normal, en la que canceló una cita médica por atender a su esposo y fue vista realizando compras. Sin embargo, nada hizo prever el desenlace que se avecinaba.

El drama se completa con la muerte de uno de los perros del matrimonio, hallado junto al cuerpo de Arakawa, víctima de deshidratación e inanición. Este detalle refuerza la imagen de abandono y desconexión con el mundo exterior que envolvía la vida de la pareja en sus últimos días.
Lo que en apariencia era una tranquila jubilación se ha revelado como una situación de aislamiento y deterioro silencioso. La historia de Hackman y Arakawa, que comenzó con discreción, ha terminado siendo una llamada de atención sobre los peligros de la soledad, incluso en los entornos más aparentemente idílicos.