Nilo Manrique, exmarido de Isabel Gemio, vive en Cuba con una pensión de 400 euros: «Echo de menos a mis hijos»

Nilo Manrique, exesposo de la famosa periodista Isabel Gemio, lleva una vida tranquila y lejos del ojo público, en Cuba, su tierra natal. Tras años de convivencia mediática en España, donde su nombre estuvo vinculado a su relación con Gemio y a su participación en el programa Supervivientes, Manrique ha decidido dar un giro a su vida y dejar atrás las luces de la fama. Su nueva realidad es bastante distinta a la que vivió en el ámbito de la televisión española.

En una entrevista reciente con la revista Pronto, Nilo Manrique revela que su vida en Cuba, aunque alejada del glamour y la agitación mediática, le ha permitido encontrar una estabilidad que no alcanzaba en España. «Aquí tengo una buena calidad de vida. En España, era difícil salir adelante. Había muchas dificultades, y aunque me esfuerzo, a veces no es suficiente», afirma. En Cuba, sin embargo, se siente a gusto, rodeado de su gente y de una vida más sencilla, pero que le ofrece una cierta paz.

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Manrique también comparte que su vida en la isla se centra en la venta de sus esculturas y cuadros. A través de su arte, ha encontrado un modo de ganarse la vida. «He trabajado de muchas maneras, también como guía turístico y, por las mañanas, me voy a pescar, una de mis grandes pasiones. Cada día me llena de satisfacción», comenta, dejando claro que ha logrado encontrar un equilibrio entre sus intereses personales y la necesidad de generar ingresos.

A pesar de su aparente calma y sus actividades cotidianas, Nilo Manrique no puede evitar referirse a la falta que le hacen sus hijos, Gustavo y Diego, quienes viven en España al cuidado de Isabel Gemio. Gustavo fue adoptado por la periodista, mientras que Diego es su hijo biológico. Aunque la relación con su exmujer sigue siendo cordial, Manrique confiesa que lo que más le pesa es la distancia con sus hijos. «Lo único que siento es tener lejos a dos de mis hijos. Son la parte más dura de esta decisión», señala con un tono melancólico. A pesar de esta tristeza, mantiene una relación amigable con Gemio, lo cual les permite comunicarse de forma constante sobre el bienestar de los niños.

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Aunque su vida actual en Cuba es sencilla, Manrique afirma sentirse «feliz a su manera». En la entrevista, expresa que tiene la suerte de estar rodeado de sus seres queridos y poder trabajar en lo que le apasiona. «Lo hago todo a mi manera, con la libertad de ser yo mismo. Tengo una pequeña pensión que no llega a los 400 euros, pero con eso me apaño. Aquí todo es más barato, y me basta para vivir», asegura. La pensión que recibe no es suficiente para vivir sin preocupaciones, pero complementada con sus actividades diarias y la venta de su arte, Manrique siente que ha logrado encontrar un equilibrio.

El escultor, que tuvo un paso fugaz por el reality show Supervivientes, evita entrar en detalles sobre sus diferencias pasadas con Isabel Gemio. Aunque la relación de pareja terminó hace ya varios años, el hecho de que ambos mantengan una relación cordial por el bienestar de sus hijos demuestra una madurez y responsabilidad compartida. «Prefiero no hablar del pasado», dice, mostrándose más centrado en su presente y en la vida que ha elegido en Cuba. Para él, lo importante ahora es su arte, sus amigos y su pequeña familia en la isla.

A lo largo de la entrevista, Nilo Manrique transmite una sensación de paz interior, de alguien que ha aprendido a vivir con lo que tiene y que se siente realizado en sus proyectos personales. Aunque es consciente de las dificultades que ha tenido que superar, especialmente en lo que respecta a la distancia con sus hijos, no parece arrepentido de haber dado el paso de mudarse a Cuba. La tranquilidad de la vida en la isla, el contacto con la naturaleza y su dedicación a las artes le han permitido encontrar un camino distinto al de la fama, pero igualmente satisfactorio.

Es evidente que Nilo Manrique ha cambiado mucho desde su paso por España, y aunque su vida actual no sea precisamente fácil, lo cierto es que ha logrado encontrar una forma de ser feliz a su manera, con sus esculturas, su pesca diaria y su arte. Mientras tanto, continúa pensando en sus hijos, con la esperanza de que algún día la distancia que los separa sea menor.