
El plan perfecto para una escapada
A un paso de la frontera, el Alentejo portugués se revela como una alternativa tranquila y auténtica para quienes buscan desconectar sin alejarse demasiado. Esta región, que conserva un ritmo de vida pausado y una identidad profundamente arraigada, ofrece pueblos con historia, paisajes naturales sorprendentes y una gastronomía que conquista. Desde castillos medievales hasta rutas floridas entre ríos y fortalezas, estas seis joyas invitan a explorar lo mejor del Portugal interior en una escapada de fin de semana.

Moura, entre olivares y memoria andalusí
Situado a orillas del Guadiana, Moura es un remanso de paz con uno de los barrios moriscos mejor conservados de Portugal. Las callejuelas que serpentean alrededor de su castillo medieval esconden siglos de historia y tradición, mientras que el Museo Árabe y el del Aceite relatan el pasado agrícola y cultural de la zona. Ideal para senderistas y los viajeros más calmados, Moura ofrece además una variada oferta gastronómica con platos caseros que se disfrutan sin prisas.

Monsaraz, un mirador al lago de Alqueva
Pasear por Monsaraz es como retroceder en el tiempo. Este encantador pueblo, colgado sobre el gran lago de Alqueva, destaca por sus calles empedradas, murallas medievales y tiendas de artesanía que dan color al conjunto. Desde su castillo, la vista del embalse invita a experiencias únicas como paseos en globo, mientras que en sus alrededores se pueden visitar bodegas de prestigio o monumentos prehistóricos como el Crómlech de Xerez. Al caer la noche, el cielo despejado de Monsaraz, parte de la Reserva Dark Sky, regala un espectáculo de estrellas difícil de olvidar.

Castelo de Vide, la herencia judía alentejana
A pocos kilómetros de la frontera, Castelo de Vide sorprende por la belleza de su casco histórico y su valioso legado sefardí. Entre casas blancas y calles empinadas, se conserva una de las juderías mejor preservadas del país, con su antigua sinagoga convertida en museo. Desde lo alto del castillo, las vistas se extienden hasta la Sierra de São Mamede, frontera natural con España y hogar de Marvão, otra joya del Alto Alentejo.

Noudar, naturaleza en estado puro
El Parque Natural de Noudar es un rincón escondido donde la primavera estalla en color. Ríos, senderos y campos salpicados de flores convierten este entorno en un paraíso para el ecoturismo. En lo alto, el Castillo de Noudar vigila desde siglos pasados, rodeado por ruinas, túneles y una iglesia que narra la historia de esta tierra de frontera. Una visita imprescindible para quienes buscan silencio, aire puro y paisajes sin artificios.

Mértola, historia viva a orillas del Guadiana
Mértola, construida sobre colinas rocosas, guarda un impresionante legado islámico que le ha valido el título de “villa museo”. Su iglesia, antigua mezquita, y su castillo medieval son solo algunos de los atractivos de este pueblo donde el tiempo parece haberse detenido. Con diez museos repartidos por su núcleo urbano, Mértola ofrece al visitante una inmersión total en su pasado árabe, romano y cristiano, todo envuelto en la serenidad del paisaje alentejano.

Elvas, el bastión fortificado del Alentejo
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, Elvas presume del sistema defensivo más grande del mundo. Su Forte da Graça, de imponente geometría estrellada, y el Forte de Santa Luzia, hoy museo militar, evocan el papel estratégico que jugó en la historia lusa. A sus pies, el Acueducto da Amoreira se extiende con casi ocho kilómetros de longitud, mientras las tabernas locales invitan a probar las tradicionales migas à alentejana. Un destino que combina arquitectura, historia y sabor.