Fallece la princesa Birgitta, hermana del rey Carlos Gustavo de Suecia, a los 87 años en Mallorca

Suecia se encuentra sumida en el luto tras el fallecimiento de la princesa Birgitta, hermana del rey Carlos XVI Gustavo. A los 87 años, Birgitta falleció en Mallorca, la isla que eligió como hogar desde hace décadas. Aunque la Casa Real sueca no ha revelado las causas de su muerte, la noticia ha despertado un sentimiento de profunda tristeza entre los ciudadanos y la familia real.

El rey Carlos Gustavo, de 78 años, expresó su pesar en un comunicado oficial. «Con gran tristeza he recibido hoy la noticia del fallecimiento de mi hermana, la princesa Birgitta. Mi familia y yo extrañaremos profundamente a esta persona pintoresca y franca», declaró. Como gesto de homenaje, el monarca ordenó que las banderas de los palacios de Drottningholm y Haga ondearan a media asta en su memoria, una decisión que subraya el vínculo personal y familiar más allá de los títulos oficiales.

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Aunque Birgitta no formaba parte activa de la familia real desde hace años, su legado se mantuvo presente. Nacida en 1937, era una de las cuatro hermanas del rey, junto a Margarita, Desirée y Cristina. Tras su matrimonio con el príncipe Johann Georg von Hohenzollern-Sigmaringen, historiador de arte alemán, la pareja se estableció en Mallorca en los años 90. La unión, que perduró hasta la muerte de Johann Georg en 2016, consolidó la relación de Birgitta con la isla balear, donde se convirtió en una figura entrañable.

Más allá de su vida personal, Birgitta destacó por su carácter filantrópico y su espíritu comprometido. Fue una apasionada defensora de causas sociales y medioambientales, un interés que la llevó a colaborar con diversas iniciativas. Entre ellas, sobresale su trabajo con la Sociedad Real de Suecia en Hong Kong, una organización que buscaba fortalecer las relaciones entre Suecia y esa región asiática, impulsando el comercio y el desarrollo sostenible.

Una de sus contribuciones más significativas fue la cofundación de la Fundación HELP, dedicada a mejorar la vida de niños en situaciones vulnerables a nivel mundial. Esta institución se convirtió en una de las causas más importantes de su vida, al punto de destinar parte de los ingresos de sus memorias a su financiación. Estas memorias, en las que Birgitta compartió anécdotas y reflexiones personales, son testimonio de su carácter abierto y transparente, características que conquistaron a quienes la conocieron.

El lugar de descanso final de la princesa será en Suecia, en el panteón del cementerio real de Hagaparken, junto a otros miembros de la realeza sueca. Este retorno simbólico a su tierra natal subraya su pertenencia a una historia familiar que trasciende fronteras.

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La vida de Birgitta estuvo marcada por contrastes: el esplendor de la realeza, la calidez de la vida mediterránea y el trabajo incansable en causas solidarias. Su autenticidad y su capacidad para conectar con personas de diversas culturas y contextos dejaron una huella única.

En este momento de despedida, su legado se mantiene vivo en las instituciones que ayudó a construir y en el recuerdo afectuoso de quienes compartieron con ella algún momento de su vida. La princesa Birgitta fue mucho más que un miembro de la realeza: fue una mujer con visión y compromiso, cuya influencia perdurará en los años venideros.

Mientras las banderas ondean a media asta en Suecia, queda claro que Birgitta no solo fue una princesa, sino también una figura pintoresca y entrañable que supo trascender su título para dejar una impronta significativa en la vida de muchos.