Jean-Marie Le Pen, figura clave en la historia política de Francia y fundador del Frente Nacional (FN), falleció el martes a los 96 años en su hogar en Garches, un suburbio parisino. Según comunicó su familia, el político estuvo «rodeado de los suyos» en sus últimos momentos. Le Pen, un personaje que marcó profundamente la política francesa durante décadas, deja tras de sí un legado polarizante que aún resuena en el panorama político del país.
Le Pen irrumpió en el escenario político francés con su mezcla de carisma y populismo, desafiando al establishment tradicional. Su momento de mayor impacto llegó en 2002, cuando sorprendió al mundo al alcanzar la segunda vuelta de las elecciones presidenciales frente a Jacques Chirac. Este hito marcó un punto de inflexión en la política francesa, colocando a la extrema derecha en el centro del debate nacional y mostrando el descontento de una parte significativa del electorado.

El liderazgo de Le Pen al frente del FN fue el cimiento sobre el cual su hija, Marine Le Pen, construyó una nueva etapa para el partido, rebautizado como Reagrupamiento Nacional (RN). Bajo su dirección, el RN se ha convertido en una de las principales fuerzas políticas de Francia, alcanzando el mayor número de diputados en la Asamblea Nacional. Sin embargo, Marine distanció al partido de la imagen de su padre, moderando su discurso para ampliar su base electoral y ganar legitimidad.
A pesar de su influencia, Jean-Marie Le Pen fue una figura altamente polémica. Sus declaraciones abiertamente antisemitas y sus excesos verbales le valieron críticas y, finalmente, su expulsión del partido que fundó. Marine Le Pen tomó esta decisión en un esfuerzo por limpiar la imagen del RN y distanciarse de las opiniones extremas que caracterizaban a su padre.
La irrupción de Le Pen y el FN alteró para siempre el equilibrio político en Francia. Su influencia obligó a alianzas inusuales entre partidos tradicionales para evitar que la extrema derecha alcanzara el poder. Este fenómeno se vio en las elecciones presidenciales de Emmanuel Macron en 2017 y 2022, así como en las legislativas de 2022, donde el RN consolidó su presencia parlamentaria.
Figuras actuales de la extrema derecha francesa, como Jordan Bardella, líder del RN, y Éric Zemmour, dirigente de Reconquista, rindieron homenaje a Le Pen. Bardella destacó su servicio en las guerras de Indochina y Argelia, y lo calificó como un defensor de la identidad y soberanía francesa. Zemmour, por su parte, resaltó el carácter «profético» de Le Pen al advertir sobre «amenazas existenciales» para Francia, elogiando su valentía en una época donde pocos se atrevían a alzar la voz.

Antes de su carrera política, Le Pen sirvió en las guerras de Indochina y Argelia, lo que moldeó su visión de una Francia fuerte y soberana. Este trasfondo militar le otorgó cierta autoridad en su discurso político, aunque también contribuyó a su visión conservadora y nacionalista, que dividió a la sociedad francesa.
El legado de Le Pen es complejo. Para algunos, representa un líder valiente que desafió el status quo y defendió la identidad nacional francesa. Para otros, encarna una figura divisiva cuyas opiniones extremas fomentaron la intolerancia y el odio. Su influencia, sin embargo, es innegable, ya que cambió la conversación política en Francia para siempre.
Con su fallecimiento, la extrema derecha francesa enfrenta el reto de consolidar su influencia sin los elementos más controversiales de la era de Jean-Marie Le Pen. Su hija, Marine, y líderes como Bardella y Zemmour buscan construir sobre la base que él creó, adaptándose a los tiempos modernos y a un electorado cambiante.
Jean-Marie Le Pen fue, en muchos sentidos, un producto de su tiempo, marcado por las guerras, los cambios sociales y la polarización política. Su vida y legado continúan siendo motivo de debate, reflejando las tensiones que aún persisten en la sociedad francesa. Su muerte cierra un capítulo, pero su impacto seguirá influyendo en el panorama político durante años.