El Vaticano ha hecho pública la primera imagen del cuerpo del papa Francisco, fallecido este lunes a los 88 años, en el marco del ritual vaticano que certifica oficialmente su muerte. La fotografía, tomada en la capilla privada de la Casa Santa Marta, muestra al pontífice ya vestido con sus ropajes litúrgicos y preparado para su despedida. La escena, cargada de simbolismo, refleja la solemnidad y el respeto con los que la Santa Sede rinde homenaje a un papa cuya figura marcó una etapa significativa en la historia reciente de la Iglesia.
Vestido con una casulla de color púrpura, en señal de penitencia y recogimiento, y portando una mitra blanca, el pontífice yace sobre un féretro de madera recubierto en terciopelo rojo. En sus manos descansa un rosario, como testimonio de su vida de oración. La imagen ha sido difundida junto a otras instantáneas tomadas durante la ceremonia del lunes por la tarde, en la que participaron numerosos cardenales y colaboradores cercanos.

Con la difusión de estas fotografías comienza el rito que precede al funeral de un papa. Este martes tuvo lugar la primera reunión de los cardenales presentes en Roma, lo que se conoce como la congregación general previa al cónclave. Aunque aún no se ha anunciado oficialmente, se espera que el cuerpo del papa Francisco sea trasladado mañana, miércoles 23 de abril, a la basílica de San Pedro, donde permanecerá varios días para que los fieles puedan rendirle homenaje.
En estas congregaciones iniciales, los cardenales también comienzan a definir aspectos clave como el calendario de ceremonias, la disposición del cuerpo, y la fecha del funeral, que se prevé entre el viernes y el domingo, según la normativa actual del Vaticano. La elección de la fecha no es un mero trámite, sino que responde a la voluntad de permitir que tanto el clero como los fieles de todo el mundo puedan participar en el último adiós.
El papa Francisco había dejado constancia de sus deseos funerarios en su testamento, recientemente revelado. En él expresaba su voluntad de ser enterrado de forma sencilla en una capilla de la basílica de Santa María la Mayor, un lugar con fuerte carga simbólica para él, ya que solía acudir allí en momentos significativos de su pontificado. Rechazó honores excesivos y optó por una tumba austera, coherente con el estilo sobrio y cercano que siempre defendió.

La muerte de Francisco marca el cierre de una etapa caracterizada por reformas internas, gestos de cercanía con los marginados y un impulso renovado al diálogo interreligioso. Aunque su salud había sido motivo de preocupación en los últimos años, la noticia de su fallecimiento ha causado una gran conmoción en todo el mundo, no solo entre los católicos.
En los próximos días, Roma será el epicentro de una serie de actos litúrgicos que reunirán a líderes religiosos, representantes de distintos países y miles de personas que acudirán a despedirse de una figura que, más allá de su papel espiritual, dejó una huella indeleble en la historia del siglo XXI.