
Una de las vistas más bonitas de nuestro cielo
Cada año, durante los meses de primavera y verano, el cielo ofrece una de sus vistas más bonitas: la aparición del centro de la Vía Láctea en el horizonte. En zonas alejadas de la contaminación lumínica, se puede ver sin problema una columna de luz delicada y curvada que cruza la noche con una presencia casi mágica. Lo que muchos no saben es que este fenómeno no requiere telescopios ni filtros especiales: basta con un móvil, un trípode y algo de planificación para lograr capturas espectaculares. Si además le añades un poco de imaginación, el límite lo pones tú. “Estamos mirando hacia el corazón de nuestra galaxia, donde habita un agujero negro supermasivo rodeado de millones de estrellas”, explica Galo Alcolea, experto en astrofotografía. “Y lo mejor es que, con las condiciones adecuadas, ni siquiera hace falta usar filtros para fotografiarlo. Todo lo que ves en la imagen está ahí, solo necesitas aprender a revelarlo con tu cámara” declara Galo.

Nuestra Vía Láctea
La Vía Láctea es una galaxia espiral barrada de unos 200.000 años luz de diámetro, en la que se encuentra nuestro Sistema Solar. Estamos situados a unos 27.000 años luz del centro galáctico, dentro de uno de sus brazos: el brazo de Orión. Es por eso que cuando observamos hacia el núcleo, vemos una mayor concentración de estrellas y polvo interestelar, mientras que en invierno, al mirar hacia las afueras del plano galáctico, el cielo nocturno parece más disperso. La fascinación por la Vía Láctea viene de lejos. En 1610, Galileo Galilei, con un telescopio fabricado por él mismo, descubrió que la Vía Láctea estaba compuesta por incontables estrellas, y no por una sustancia nebulosa como se pensaba. Más de dos siglos después, Edward Emerson Barnard se convirtió en uno de los pioneros de la astrofotografía al capturar imágenes de regiones del cielo, incluyendo el centro galáctico, mediante placas fotográficas.

De mayo a agosto
El mejor momento del año para fotografiar el núcleo galáctico va de mayo a agosto, cuando la Vía Láctea se eleva de forma vertical en el cielo nocturno. En primavera aparece en el sureste antes del amanecer, mientras que en pleno verano ya puede verse desde las primeras horas de la noche. La zona más espectacular, junto a las constelaciones de Sagitario y Escorpio, está repleta de nubes de polvo, cúmulos estelares y colores ocultos a simple vista, pero revelados en cámara. Eso sí, la contaminación lumínica es el mayor enemigo de la astrofotografía. Para obtener imágenes limpias y espectaculares es imprescindible alejarse de grandes núcleos urbanos. Incluso a 100 o 200 kilómetros de una ciudad, una tenue cúpula anaranjada en el horizonte puede arruinar la composición. Por eso, planificar la ubicación y dirección del disparo es tan importante como el propio equipo fotográfico.

Evita la luz de la luna
También es clave evitar la luz de la Luna. Durante la Luna llena o en sus días cercanos, el cielo se aclara y la Vía Láctea se vuelve casi invisible. Las noches ideales para fotografiarla son aquellas de Luna nueva o en las horas anteriores a su salida, cuando está en fases de cuarto creciente o menguante. Existen aplicaciones móviles como Photopills, que nos dan información sobre la Luna y la Vía Láctea, con fases y horarios de puesta o salida y que pueden ayudarte a planificar las salidas con precisión.

No hace falta un equipo complejo
“No necesitas equipo complejo ni gastar en filtros solares o lentes especiales”, recalca Alcolea. “Solo un lugar oscuro, cielo despejado, un trípode y un smartphone con un buen sensor y posibilidad de disparo manual. Además, con un teléfono como el vivo X200 Pro la tarea es aún más sencilla. Gracias a su modo ‘Paisaje’, y con la ayuda de un trípode que detecta la escena nocturna, se hará una fotografía de hasta 2 minutos con un resultado auténtico, sin necesidad de filtros o edición artificial” concluye el astrofotógrafo.