
Victoria crucial para seguir soñando
El Real Madrid ha conseguido al fin romper el maleficio contra el Olympiacos esta temporada. Con una victoria por 80-72, los blancos logran mantenerse con vida en los playoffs de Euroliga, recortando distancias en la eliminatoria y colocando el 1-2. Fue un partido de altísimo nivel emocional y defensivo, donde el conjunto madridista tiró de orgullo y sacrificio para evitar una eliminación por la vía rápida.

Musa, inspiración en el inicio
El equipo de Chus Mateo comenzó con un baloncesto vibrante, liderado por un Musa en estado de gracia. El bosnio anotó 12 puntos en un primer cuarto de máxima efectividad, en el que el Madrid mostró un ataque fluido y eléctrico. A su lado, Tavares recuperó sensaciones tras dos partidos grises en Grecia. En esos minutos iniciales, el Madrid pareció reencontrarse con su mejor versión.

La segunda unidad se apaga
Con las primeras rotaciones, la dinámica cambió. Olympiacos ajustó su defensa y aprovechó la falta de acierto de los relevos madridistas. Jugadores como Ibaka, Garuba o Llull no encontraron ritmo, y el equipo griego fue ganando terreno con un baloncesto paciente e inteligente. Williams-Goss fue el protagonista de la remontada helena con una primera parte formidable.

Un segundo cuarto para el olvido
El parcial de 10-23 en el segundo cuarto evidenció las dificultades del Madrid cuando su juego colectivo se diluye. El ataque se volvió espeso y previsible, y el Olympiacos, fiel a su estilo metódico, supo encontrar tiros cómodos y minar la moral blanca. La imagen al descanso era preocupante: un equipo sin ideas y sin soluciones.

Defensa como punto de inflexión
El cambio llegó desde atrás. Pablo Laso solía decir que «cuando no entra el balón, hay que defender», y ese espíritu se vio reflejado en el tercer cuarto. Con Abalde como especialista sobre Williams-Goss, el Madrid recuperó el control del partido. El quinteto formado por Feliz, Abalde, Llull, Garuba e Ibaka contagió su intensidad y dio estabilidad al conjunto.

Un quinteto de entrega y energía
No fueron los nombres más mediáticos quienes levantaron el marcador. La defensa colectiva, la lucha por cada balón y la disciplina táctica permitieron a los blancos cambiar la dinámica. Fue un esfuerzo coral que demostró que el carácter competitivo del Madrid sigue intacto. El baloncesto, a veces, premia más el esfuerzo que el talento.

Campazzo y la experiencia en los momentos clave
Cuando el físico comenzó a flaquear, Chus Mateo dio entrada a Campazzo. El base argentino asumió los tiros libres finales y aportó serenidad para cerrar el partido. Su temple en los instantes decisivos fue fundamental para evitar sustos y asegurar un triunfo imprescindible para mantener la esperanza.

Una eliminatoria que vuelve a abrirse
Con esta victoria, el Real Madrid se asegura, al menos, un cuarto partido. La serie, aunque cuesta arriba, ya no parece imposible. El equipo ha demostrado capacidad de reacción y margen para crecer. Si consigue mantener la intensidad defensiva y ajustar sus rotaciones, el milagro de remontar un 0-2 podría no estar tan lejos. El próximo partido se presenta como una nueva final. El WiZink Center acogerá un duelo a vida o muerte para los de Chus Mateo, que necesitarán el aliento de su afición y otra actuación coral para forzar el quinto encuentro. El Madrid sigue en pie. Y con él, su historia de grandes remontadas.