
Un corazón roto en voz alta
Santi Cañizares ha vuelto a abrir su intimidad al público, esta vez para compartir una noticia amarga: su relación sentimental más reciente ha llegado a su fin. Lo confesó en un momento sincero y vulnerable durante una entrevista en Radio Marca.

El peso invisible del desamor
“Estoy destrozado, he perdido seis kilos”, declaró con franqueza. No era una metáfora. Hablaba de un dolor que se siente en el cuerpo, que desordena rutinas, que apaga el apetito y que deja en pausa los días.

Una vida marcada por el amor y la pérdida
A sus 55 años, el exfutbolista ha conocido el amor en diferentes etapas. Tres mujeres han marcado su camino sentimental. Con cada una de ellas formó una familia, y con una, vivió el drama más profundo imaginable: la pérdida de un hijo.

El vacío tras una vida compartida
Su última relación fue intensa, transformadora. Llegó a moldear su día a día en torno a ella y a los hijos de ambos. «Cambié mi vida por amor», explicó. Ahora, ese cambio se ha convertido en un reto emocional y en una nueva etapa por afrontar.

La soledad que ya conocía
No es la primera vez que Santi se enfrenta a la soledad. Tras su segundo divorcio, encontró refugio en la montaña. Dice ser solitario por naturaleza, pero reconoce que esta separación es distinta. Más profunda, más definitiva, más dolorosa.

El apoyo silencioso de los suyos
Sus hijos, lejos de dejarle solo, le han mostrado su cariño. Sus hijas le envían palabras de aliento, y su hijo Lucas, portero en Portugal, le llama a diario. En medio del dolor, ese vínculo familiar parece ser un salvavidas emocional.

Sin remedios mágicos ni atajos
Cañizares no recurre a medicamentos ni soluciones rápidas. “Soy de agua y tila”, confiesa. Intenta entender lo que le ocurre, incluso viendo vídeos de apoyo psicológico. Reconoce que no es fácil, que duele y que no sabe cómo seguirá.

Una vida en constante transformación
Dice haber vivido siete vidas distintas en una sola. Como si cada gran acontecimiento le hubiera obligado a reinventarse. Y ahora, otra vez, toca empezar de cero, sin saber quién será en esta nueva etapa, ni cómo querrá vivirla. El dolor más grande de su vida, sin duda, fue la pérdida de su hijo pequeño. Un suceso que marcó a toda la familia. Aunque con el tiempo se ha reconstruido, el hueco sigue ahí. Imposible de llenar, inevitable de recordar. “No sé si llegará una cuarta mujer, pero mejor que la última, imposible”, dijo, sin resignación, pero con lucidez. A pesar del sufrimiento, Cañizares habla desde el amor vivido, desde la experiencia, desde la capacidad de seguir adelante cuando todo parece roto.