El reciente anuncio de la editorial Anagrama sobre la publicación de «El odio», obra del escritor Luisgé Martín que explora las confesiones de José Bretón, ha suscitado un intenso debate en la sociedad española. José Bretón fue condenado en 2013 por el asesinato de sus dos hijos, Ruth y José, de seis y dos años respectivamente, en un crimen que conmocionó al país. La decisión de publicar este libro ha generado opiniones divididas entre defensores de la libertad de expresión y quienes consideran que se vulnera la intimidad de las víctimas y sus familiares.
Luisgé Martín mantuvo durante más de tres años correspondencia y encuentros con Bretón en prisión, con el objetivo de profundizar en la mente del asesino y comprender las motivaciones que lo llevaron a cometer tan atroz crimen. El resultado de este trabajo es «El odio», una obra que, según su autor, no pretende justificar ni exculpar a Bretón, sino mostrar la maldad intrínseca de sus actos y enfrentar al lector a las contradicciones humanas.

La editorial Anagrama, por su parte, ha defendido la publicación del libro amparándose en el derecho a la creación literaria y la libertad de expresión, reconocidos en la Constitución española. En un comunicado, la editorial afirmó: «Reafirmamos nuestro compromiso con la responsabilidad editorial y la libertad de expresión, sabiendo que ambas deben convivir». Sin embargo, Anagrama ha decidido paralizar temporalmente la distribución de la obra hasta que las resoluciones judiciales determinen su viabilidad.
La madre de los niños asesinados, Ruth Ortiz, ha solicitado la suspensión de la publicación al considerar que vulnera su intimidad y reaviva su dolor. La Fiscalía de Menores ha respaldado esta petición, trasladando el caso a la Fiscalía de Barcelona, donde se encuentra la sede de la editorial. Este conflicto ha reavivado el debate sobre los límites entre la libertad de expresión y el derecho a la intimidad de las víctimas.
La ministra de Igualdad, Ana Redondo, se ha pronunciado al respecto, afirmando que «no se puede dar voz a los asesinos ni a quienes han quitado la vida a sus hijos». Estas declaraciones reflejan la preocupación de que la publicación pueda otorgar protagonismo al criminal y causar un daño adicional a las víctimas y sus familias.

El autor, Luisgé Martín, ha defendido su obra asegurando que «El odio» no da voz a Bretón, sino que lo enfrenta con sus contradicciones. Martín sostiene que su intención es explorar la naturaleza del odio y la violencia, y que el libro está escrito con el mayor respeto hacia las víctimas.
La polémica en torno a «El odio» ha generado un amplio debate en la sociedad sobre el papel de la literatura en la exploración de realidades complejas y dolorosas. Mientras algunos defienden que la literatura debe abordar temas controvertidos para fomentar la reflexión y el entendimiento, otros consideran que existen límites éticos cuando se trata de casos que afectan profundamente a las víctimas y sus allegados.
Este caso plantea preguntas sobre cómo equilibrar el derecho a la libertad de expresión con el respeto a la intimidad y el dolor de las víctimas. Además, invita a reflexionar sobre el papel de los medios y las editoriales en la difusión de contenidos sensibles y las posibles consecuencias de otorgar visibilidad a criminales confesos.
Por el momento, la publicación de «El odio» permanece en suspenso a la espera de las decisiones judiciales pertinentes. Este caso podría sentar precedentes sobre los límites de la creación literaria en relación con hechos criminales y el respeto a las víctimas, abriendo un debate más amplio sobre la responsabilidad de autores y editoriales en la sociedad actual.