Adiós a «El Güito»: fallece el maestro que definió el baile flamenco masculino

El flamenco ha perdido a uno de sus pilares más importantes con el fallecimiento de Eduardo Serrano Iglesias, conocido artísticamente como «El Güito». Este legendario bailaor, cuya carrera abarcó más de medio siglo, falleció el pasado miércoles en el hospital de Villalba, Madrid, a los 81 años tras una breve enfermedad. Originario del barrio madrileño de El Rastro, «El Güito» no solo transformó el flamenco, sino que definió el canon del baile masculino en este arte.

Desde muy pequeño, Eduardo mostró un talento innato para la danza. A los cinco años ganó su primer concurso, y siendo aún niño, ya bailaba en películas durante los años cincuenta. Su formación fue autodidacta, absorbiendo el arte de grandes figuras como Farruco en los tablaos y colmaos donde trabajaba su madre. Posteriormente, se formó bajo la tutela de Antonio Marín, «el cojo de Madrid», a quien asistió como repetidor cuando este perdió una pierna.

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Su carrera dio un giro crucial a los 14 años al unirse a la compañía de Pilar López, quien le enseñó no solo a bailar, sino también el rigor, la disciplina y el respeto por el escenario. Fue con ella con quien debutó internacionalmente en Londres y quien reconoció en «El Güito» una fuerza artística incomparable, describiéndolo como «la raíz que sube hasta el cielo». En 1959, su participación en el Teatro de las Naciones de París le valió el título de «Mejor bailarín de la temporada», un hito que marcó el inicio de su carrera en solitario.

A lo largo de los años sesenta y setenta, «El Güito» consolidó su estilo único, especialmente en la soleá, que él mismo definía como su baile predilecto por la libertad y el placer que le brindaba. Sin embargo, su maestría no se limitó a este palo; también brilló en la farruca, la caña y la seguiriya, estilos que establecieron el estándar del baile clásico masculino. En esta época, formó el famoso Trío Madrid junto a Mario Maya y Carmen Mora, revolucionando la escena flamenca con un enfoque renovado y dinámico.

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En las décadas siguientes, además de participar en festivales y eventos internacionales, «El Güito» desarrolló espectáculos propios y dejó su impronta en el Ballet Nacional de España. Su influencia en generaciones posteriores fue inmensa, gracias a su depurada estética, elegancia y técnica impecable.

Tras retirarse del escenario, continuó transmitiendo su sabiduría en la Academia Amor de Dios, donde formó a numerosos artistas. Aunque en sus últimos años la memoria comenzó a fallarle, su historia quedó recogida en el libro La cabeza del flamenco. Hechos y hechuras del maestro Eduardo Serrano ‘El Güito’, escrito por José Manuel Gamboa.

Definir a «El Güito» no es tarea sencilla, pero quizás la descripción más acertada sea la del profesor José Luis Navarro García, quien resumió su arte como «la quintaesencia de la danza apolínea: elegante, pausada, varonil y precisa». Un legado que seguirá vivo, tanto en los archivos audiovisuales como en la memoria de quienes aman el flamenco.